En poesía me gustan los clásicos españoles, los que estudiábamos en el colegio. Pero existen excepciones, claro
Estos poemas pertenecen a un librito que me regalaron, «EN LAS REDONDAS LUNAS DE MI CUERPO», de la malagueña Eloísa Sánchez Barroso.
Me gusta mucho lo que he leído de ella. Es una poesía sensual, erótica, escrita con la sensibilidad -que me perdonen los señores-, que transmiten las mujeres.
No he encontrado mucha información sobre ella pero creo que actualmente vive en Cádiz, aunque pasa largas temporadas en su ciudad natal.
Me anidan las alondras en el pecho,
y me muerden en la boca las cigarras.
Y río abajo, por mis oscuros muslos solitarios,
zigzaguean,
deslizándose,
las ardientes caricias reclamadas.
Y, luego, el fuego -allí mismo-,
sordo rumor, delirante ascua
que aguarda el deseado tacto,
la rotunda calidez de tu cuerpo,
el estremecido fuego
de tu sangre desbordada,
fluvial vértigo
que, encendida toda yo,
abiertamente requiero.
Eloísa Sánchez Barroso
Seguiré viviendo
en mi alcoba, hecha cenizas,
ni la pena derramada
en mi cintura,
ni este miedo,
ni esta ansia que se excede en mí
incesante y obstinada.
que, en la tarde,
levantaron el vuelo en desbandada;
ni la herida que dejaron en mis pechos,
ni la sangre desbordada,
ni el delirio que truncóse entre mis muslos,
ni este loco afán
de quererme siempre enamorada.
¡no me importa!¡no me importa!,
porque sé que seguiré viviendo,
así la muerte me cite antes del alba.
Cuanto la vida me dé
Cuán dulces son los gemidos
que afloran a tu voz
cuando me hallas.
Atesorándolos voy
en la oval caja de cedro que es mi pecho.
Porque intuyo el poco tiempo que me resta,
y quiero, avariciosa, recoger a manos llenas
cuantas rosas broten en mi cuerpo,
cuantas espinas;
someterme a los desnudos antojos de mi alma,
ahuyentando soledades,
y beberme la vida toda
boca a boca,
roce a roce.
Porque soy -pese a toda la apariencia-,
un inmenso laberinto,
un poema desgarrado,
una trampa inexorable del amor.
Juego de Amor
Tu ansia placentera
recorre mis confines más cerrados.
Pétalos, tus caricias, divagando
por el arrobado cuerpo que te acoge.
Reconóceme al fin, inocúlame tu herida,
esparce la dádiva de tu cruento perfume
sobre mi cuello, salpicándome de amor,
y ahóndame con las húmedas transitaciones
por la cálida redondez de mi vientre.
Sea yo sedosa bóveda de fuego
donde juegues tu destreza,
purísima alegría
donde mis voces se prolonguen.
Sé que puedo
Puedo remontar el vuelo
más alto aún;
romper todos los silencios
que me habitan
y tremolar al viento abierto
mi osadía.
Sé que puedo aferrar el cielo
con las solas manos,
mientras dulces sueños de infiernos
me palpitan,
avivar el fuego de la tarde
iluminando dormidas luciérnagas,
y rastrear sobre tu pálida frente
los desnudos pensamientos.
Sobre tu cuerpo,
mágica pradera donde mi boca liba,
puedo convocar incontables noches de lujuria,
hilvanando con mis dedos
el deseado placer incontenible.
Sé que puedo no sé qué cosas más
sin fin y hacia adelante:
derrochar de repente súplicas de amor
sin que el orgullo duela,
sé que puedo, sé que puedo…
¿Qué opinas?