
Como su padre el califa no tuvo descendencia masculina, heredó sus bienes y abrió un palacio donde se dedicó a educar a chicas de buena familia y al que acudían también los poetas y literatos de su tiempo.
Prescindió de la tutela masculina y abrió un salón literario al que acudían los poetas y escritores de la época. Intervenía y daba respuesta a sus consultas mostrando libremente su rostro.
Fue duramente criticada porque a las mujeres solamente les estaba permitido relacionarse con hombres de su propia familia, y las mujeres llamadas “sabias”, las instruían sus padres o parientes, incluso a través de una cortina velada.
Su gran pasión fue el poeta Abenzaidún o Ibn Zaydún, con el que mantuvo una relación secreta, dada la vinculación del poeta con los Banu Yahwar, linaje rival de los Omeyas al que ella pertenecía y que le hacía andarse con cuidado por Córdoba.
Wallada murió el 26 de marzo de 1091 el mismo día que los almorávides entraron en Córdoba.
Wallada Al-Mustakfi
«Por Alá, que merezco cualquier grandeza
y sigo con orgullo mi camino.
Doy gustosa a mi amante mi mejilla
y doy mis besos para quien los quiera».
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