He contado que me he mudado hace poco.
Estoy en proceso de adaptación; echo de menos mi barrio de Santa Marina.
En agosto en Córdoba con el calor que hace, y yo paseando por mis viejos rincones…
Ayer estuve en Orive. Este parque lo he visto nacer.
Recuerdo al principio salvaje -antes de que el ayuntamiento se decidiera a hacer un parque-, la de ratos que hemos pasado con los perros…
Luego vinieron los columpios y las multas por llevar al perro suelto…
Ayer estuve paseando por él tan rebelde como siempre; con el perro suelto 😉

Jardines del Palacio de Orive
Aires de rosa
y romero.
Vuela la tarde
y llora el viento
entre azahares
revueltos.
Ora ríe, ora llora
una niña en sus juegos.
Entre naranjos
viene la primavera
amenazando
tormenta.
Y tú
como el agua fresca
te entretienes
entre mis piernas.
Esta mañana temprano
he vuelto al Palacio
y no hay niños
ni perros jugando.
Sólo el campanario
canta una saeta
al cristo de los gitanos.
Y los pájaros.
Y recuerdo salvajes
otros tiempos,
sólo animales
en el Huerto.
Y romero.
Y mirando al cielo
deseo
que nuestro amor
sea como las rosas
que veo
noche tras noche
que viven y sobreviven
en los Jardines del Palacio de Orive.

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