Nació en en Aguilar de la Frontera (Córdoba). Conoce a Antonio Gala y a Carlos Barral en la Milicias Universitarias en Ronda (Málaga). Se acoge al Grupo Cántico (Ricardo Molina, Juan Bernier y Pablo García Baena). Fue en 1993 candidato al Premio Príncipe de Asturias de las Letras, por acuerdo unánime de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes.
Cuando anocheció, ya estaba
la luz madura. Y, por dentro,
todo lo que tuve oscuro
se me encendió de misterio.
Vicente Nuñez
«En la ignorancia de los otros descubro mi sabiduría»
Himno I
Si yo supiera como vosotros, oh árboles,
estar atento por entero a mi ser.
Si caudalosamente os estrechara en un abrazo
tan derramado y hondo como el valle
que oteáis majestuosos
en las mañanas del abrigado otoño.
Si yo pudiera compartir mi vida
en animada y tenue vecindad.
Saludar con júbilo desde lo extremo
de vuestras crestas
a nuestra hermana la hierba
y despeñarme y cobijarme
en el compacto tejo
del verdor. Si os dignárais
otorgarme el don de la insomne
evidencia y el de cumplirme
en los tumultos de la adversidad.
Porque vosotros habéis concurrido
a todas las iniquidades de mis huidas.
Porque surgís incólumes
en todos los recodos
de mis deserciones.
Porque me acuñáis
solícitos desde las edades
y os alojáis y encendéis en mi carne.
Porque os nutrís de mis infortunios
y respiráis extáticos
en la proximidad de las estrellas infinitas.
La limosna
Una noche de invierno, de tantas en la vida,
sintiéndome el más pobre de los pobres del mundo,
me arrojé por las calles en busca de sustento
mientras la lluvia hería mi rostro como un látigo.
Como pude, arrastrándome en aquel torbellino
de vértigo y de frío, logré alcanzar su casa.
Llamé con la ternura que precede a la muerte;
besé, con el helor que en mis labios traía,
aquellos aldabones que yo soñé imposibles.
Salieron a la puerta tus hijos, como rosas
en el trono encendido del hogar que vibraba.
Yo no sé qué limosna pedí ni con qué harapos
quise ocultar mi fiebre, mi amor y mi miseria.
Del fondo de la casa, del fondo de la vida,
sentí su voz decirme, mientras agonizaba
mi corazón: perdone. Por Dios, perdone, hermano.
Somnia
Decías que querías llevarme entre tus manos
-yo besé esa locura, yo la lloré y la quise-,
como a un frágil lucero de amor alucinado;
casta palma y abierta que irradiase en tu noche.
Y vi cómo la alzabas, cómo su luz se erguía
frente a los farallones férreos del mundo, contra
las turbias embestidas de lo oscuro y lo incierto,
ante esa furia cárdena que rugía en tu ergástula…
Pero el mal fue más hondo. No dimos la batalla
por falta de enemigo. Todo está consumado.
Vicente Nuñez
«La sabiduría pregunta y la ignorancia responde»
¿Qué opinas?