Vagina, ¿Agujero Negro? ¿Lengua de serpiente? ¿Doble boca sanguinolienta? ¿Profundidad? ¿Exigente vacío…?
El aceptar o repeler el propio sexo se encuentra psicológicamente determinado por las experiencias de la infancia. Es importante jugar con los niñ@s, tocar y nombrar las distintas partes de su cuerpo.
El niño aprende a sentirse orgulloso de su atributo, porque incluso la voz de quien se lo indica, cuando llega a ese punto tiene siempre un tonillo especial y, a veces guiña un ojo. Su «cosita» es algo distinto, particular y precioso.
Con la niña, no. Con la niña se calla. La niña percibe pronto que aquella parte, nunca o raramente citada, no es digna de ser nombrada ni, en consecuencia, de estima. Es cierto que el órgano genital masculino es externo y evidente, y el femenino está «oculto». Pero eso no significa que no haya que nombrarlo…
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