Parece que he llegado al techo una vez más, ese techo de cristal que sufrimos las mujeres cualificadas.
Llega un momento en que cuando destacas en algo, te topas con esa barrera invisible donde la sociedad se hace roca para impedir que sigas subiendo.
Y lo siento doblemente, porque he decidido seguir pisando pisando terreno tradicionalmente masculino, como es el sexo –la sexualidad-, y los tentáculos del patriarcado se confabulan para hacerme el vacío; además quiero hacerlo online, otro terreno -el de las tecnologías-, muy masculinizado.
Y es que, no deja de ser dolorosa esa soledad cruel, esa violencia estructural que recae sobre tu persona simplemente por poner sobre la mesa cuestiones que la sociedad presume de tener superadas.

Pero esa corriente espiritual me está convenciendo; esa que dice que somos almas y que venimos a un cuerpo para sanar heridas… esa coriente espiritual me dice que estoy haciendo lo correcto.
Estoy cumpliendo mi misión en este mundo, aquello a lo que he venido a hacer…. sólo tengo que ver lo bien que me siento a pesar de todo.
Siguiendo estas teorías -hoy lo he pensado-, seguro que fui una de esas que quemaron en la hoguera… a lo mejor que es por eso que vuelto para acabar mi misión… 😉
24-10-2021


Las veces tienes que lidiar con el ninguneo, o esas miradas que te achican…
O esa agresividad contenida; o ese maltrato disfrazado de normalidad…
El soportar que las cosas no salgan una y otra vez, cuando sabes que has hecho un trabajo impecable.
El silencio cómplice…
Ninguneo
Esto tiene nombre:
El término -techo de cristal-, apareció por primera vez en un artículo del Wall Street Journal en 1986 en los Estados Unidos. El artículo escribía las barreras invisibles a las que se ven expuestas las mujeres trabajadoras altamente cualificadas que les impedía alcanzar los niveles jerárquicos más altos en el mundo de los negocios, independientemente de sus logros y méritos.
Techo de cristal
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