La infancia del cabrero, ¿justifica su actitud?, la actitud de la profesora ¿provocó los acontecimientos?, ¿pudo la profesora actuar de otra manera para evitar que le sucediera lo que le sucedió?, ¿puedes ponerte en la piel del verdugo?, ¿y en el de la víctima?…
El desenlace I
El desenlace II
…Pero Sagrario se revolvió y lo empujó hacia fuera.
Al cabrero no le quedó más opción para conseguir su propósito que sujetarla fuertemente por ambos brazos.
Sagrario sentía el aliento del hombre tan cerca que el asco le estaba produciendo arcadas. Le dolían las muñecas.
Y Raimundo insistía en su propósito de besuquearla, pero ella le estaba ofreciendo una fuerte resistencia, y en un instante de descuido del cabrero, la mujer consiguió darle un empujón y huir de sus garras.
Corría asustada y se iba enganchando y arañando con los arbustos. Perdió la noción del camino pero avanzaba lo más deprisa que le daban de sí las piernas.
Sentía a Raimundo tan cerca de ella, que a veces no sabía si eran ramas o las manos del cabrero las que la tocaban.
De repente sintió una fuerte presión en su tobillo derecho que la hizo caer de boca al suelo. Su cara se hinchó instantánea y sintió un gran dolor en el costado cuando chocó con la arista afilada de un pedrusco.
Raimundo no había imaginado nunca que el encuentro con Sagrario pudiera complicársele tanto. Pero si no lo hacía por las buenas, lo haría por las malas. Llevaba demasiado tiempo deseándola para dejar que se le escapara esa oportunidad.
Sagrario estaba en el suelo boca abajo y Raimundo excitado pensó penetrarla por detrás. Pero primero tenía que sujetar a la condenada que no dejaba de moverse. Con una mano agarró las dos muñecas de Sagrario y con la otra le subió el vestido. Arrancó las bragas de la mujer de un tirón y apretó con fuerza ese culo suave que tanto deseaba. Su miembro duro y dispuesto intentaba encontrar el camino, pero la mujer no paraba quieta.
Sagrario estaba aterrada. El miedo se le había agarrado a la garganta y era incapaz de gritar. Emitía quejidos y sollozos que se apagaban con la voz cruel de Raimundo cuando la llamaba guarra. Sagrario sentía como se doblaban sus muñecas y su llanto le sabía a sal y a tierra.
Raimundo estaba tan excitado que sólo quería poseer a esa mujer tan deseable y tan despreciable al mismo tiempo. Por un momento aflojó la presión en las manos de Sagrario que aprovechó para arrastrarse. El cabrero reaccionó rápidamente y volvió a sujetarla pero esta vez para moverla boca arriba; estaba perdiendo los nervios. Raimundo se colocó encima de la profesora y con la mano que le quedaba libre le arrancó la blusa. La mujer no paraba de agitarse.
Raimundo fuera de sí, en un momento de furiosa excitación zarandeó violentamente a Sagrario por los hombros, que al fin pareció calmarse y dejar al hombre acabar la faena.
Extasiado, el cabrero abrió las piernas de la profesora y penetró en ella con una fuerza acumulada de ansia. Tuvo una explosión por orgasmo como nunca había experimentado, y exhausto se dejó caer sobre el cuerpo de la mujer que lo había vuelto loco.
Fue entonces cuando vio la sangre manar de la inerte cabeza de Sagrario.
Deja tu comentario, y si te parece interesante, suscríbete a la web!
¿Qué opinas?