En la pasividad hay una cuestión hormonal –los hombres producen más testosterona, hormona del deseo-, pero sobre todo, pesa el yugo cultural.
Durante siglos se ha impedido a las mujeres existir.
Marie Bonaparte, una de las primeras psicoanalistas, decía “la vagina de la mujer debe contentarse con esperar a que el pene la despierte”.
No obstante, estamos cambiando.
En opinión de Antoni Bolinches, las mujeres ya no son tan sumisas, “lo que pasa es que la mujer tiene una mayor plasticidad sexual y es frecuente que, al principio, deje que su pareja lleve la iniciativa.”
Añade, además, que “cuando son jóvenes, las mujeres disfrutan menos, pero luego el vigor sexual del hombre empieza a caer a partir de los 30 años, mientras que la mujer alcanza su plenitud hacia los 40”.
Sylvia Béjar añade un matiz: “Hemos aprendido a que la mujer espere a ser conquistada, pero también es verdad que somos más sibilinas y hacemos creer que nos han conquistado”.
En los últimos años, los roles también están cambiando. “Desde que la mujer ha ganado protagonismo sexual –dice Bolinches-, el hombre tiene fantasmas de incompetencia y problemas sexuales”.
Ante tanto cambio, en El sexo y el amor (Ed. Paidós), Philippe Brenot alerta de que mostrar “el deseo femenino es una gran victoria contra el sexismo. Pero es necesario que no dé lugar a una sumisión de los hombres impuesta por las mujeres como revancha”.
¿Qué opinas?