Nos lo recuerda la Ley de Murphy, si algo puede ir salir mal, saldrá mal.
A veces tengo la constante sensación, de que cuando las cosas están mal, siempre pueden ir peor…
Aunque quien no se consuela es que no quiere; porque no hay mal que por bien no venga, ni que cien años dure…
Esto es lo que da de sí mi cabeza con lo que estoy viviendo.
Después de la agresión que sufrí, que sufrimos mi compañera y yo, nos hemos visto obligadas a salir de la vivienda a marchas forzadas.
En una época donde todo el mundo habla de paz y amor, una agresión, urgencia de vivienda…
Y la gente de vacaciones… y el cristal del coche que amanece roto…
Y que acabo la baja laboral y me ecuentro con la jefa de uñas, que ha puesto a las compañeras en contra y que ha pedido mi traslado sin decirme ni «mú».
Y todo por hablar; y por su mala gestión.
La realidad social, la maquillamos, y es un problema que de lejos no nos molesta en exceso.
Pero cuando esa realidad viene sin esconderse, las contradicciones y el «sálvese quien pueda», hacen que nos enfrentemos a los problemas de una manera errónea, y que adoptemos una actitud déspota.
La única luz al final del tunel es el regalo que me hizo la vida el día de mi cumpleaños.
Un nuevo tratamiento para mi Esclerosis 🙂
Algún día hablaré de cómo he aprendido a vivir con una compañera incómoda y cabezona, y cómo he aprendido a superar barreras arquitectónicas; no físicas, sino mentales.
Me pregunto cuán difícil está siendo la vida y qué diferente a como yo la soñaba cuando era pequeña.
Las teorías del pensamiento positivo no me sirven; se me quedan pequeñas por ejemplo para explicar las circunstancias -y sus consecuencias- que sobrevienen ajenas a la propia voluntad, pero que sufres y padeces en carne propia irremediablemente.
¡Qué macabro ensañamiento del destino!
¿Qué explicación podemos darle a eso?
Hay teorías que me convencen más y que hacen referencia a la globalidad y a la universalidad de que todo está conectado. Estamos conectadas con nuestras historias personales y colectivas.
Esta crisis económica que se está ensañando sin piedad con alguna gente.
¿No puede ser una manera de pagar nuestra osadía como sociedad colonizadora en otra época de la historia?
Mi situación personal que no tiene nada que ver con mis expectativas de vida, ¿será porque estoy pagando las oscuridades íntimas y subjetivas de una extensa y enrevesada familia?
Parece una explicación mágico-religiosa.
Puede ser.
Es a lo que nos agarramos en momentos difíciles, a la fé 😉
VIRGINIA
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