En nuestra realidad cercana temas como el maltrato doméstico, la anorexia, las depresiones… el reparto de tareas en el hogar, la maternidad y el trabajo; la dificultad de muchos hombres para hablar de los sentimientos, la violencia; el sexo, como no… etc, son cuestiones directamente relacionadas con la división tradicional y estereotipada de roles masculino y femenino.
El precio del patriarcado
La injusta división de papeles sociales, determina directamente nuestra manera de comportarnos «en la cama» según seamos hombres o mujeres; y según nuestra propia elección personal, que si es no aceptar el rol impuesto, tu comportamiento y tu relación con el otro/a se verá determinado por esta elección.
Mucho que hablar, muchos aspectos que matizar, muchas y diferentes realidades… pero a lo largo de la historia, las mujeres que han cumplido con su rol, han vivido su vida sexual sabiendo más qué es lo que no les gustaba, que sabiendo quienes eran y qué querían.
Encontré un artículo, donde se habla de las graves carencias emocionales y afectivas de este rol femenino en el que hemos sido educadas, y que cruelmente nos hemos encargado de transmitir.
El precio del patriarcado
«Una de las experiencias más duras que puedes tener como hija en la relación con tu madre es darte cuenta de que ella está inconscientemente involucrada en tu insignificancia.
Ante este sentimiento, es verdaderamente desgarrador ver que, más allá de su propia herida, la persona que te dio a luz siente, inconscientemente, tu empoderamiento como una pérdida propia.
En el fondo no es una tragedia personal, sino de nuestra cultura patriarcal, que dice a las mujeres que somos “menos que”.
(La Ruptura del Linaje Materno y el Precio de Volverse Auténtica)
El precio de volverse auténticas
Todas deseamos ser auténticas, ser vistas tal como somos, ser aceptadas, y ser amadas por quienes realmente somos. Es una necesidad humana.
El proceso de convertirnos en nosotras mismas implica ser complicadas, fuertes, intensas, asertivas y complejas; cualidades que el patriarcado pinta como poco atractivas en una mujer.
Históricamente, nuestra cultura ha sido reacia a la idea de las mujeres como seres individuales.
El patriarcado identifica a las mujeres atractivas como unos seres complacientes, que buscan ser aprobadas, cuidan las emociones, evitan los conflictos y toleran el maltrato.
En cierta medida, las madres transmiten esta imagen a sus hijas, y hacen que inconscientemente éstas se construyan un falso yo, a menudo a través de la máscara de “la rebelde”, “la solitaria” o “la niña buena”. El mensaje principal es “para ser amada no debes crecer”.
¿La histeria es femenina?
Sin embargo, las nuevas generaciones de mujeres tenemos el deseo de ser auténticas. Se podría decir que, con cada nueva generación, el patriarcado se debilita y el deseo de ser auténticas se va fortaleciendo entre las mujeres, de hecho, está empezando a ser urgente.»
Virginia, vídeo-poemas
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