Hola de nuevo! 😉
Existen muchas experiencias de vida e historias que contar; os animo a contar vuestras experiencias, sentimientos o interrogantes… en torno a este tema que me preocupa y me ocupa.
Me remonto al momento en que mi vida tropezó con el feminismo.
Por entonces yo era una joven rebelde, lo sigo siendo, -lo de rebelde 🙂 -, que se movía por ambientes alternativos. Me rebelaba contra el sistema establecido y luchaba junto a otros compañeros –rebeldes como yo-, para cambiar el mundo.
Casi todos compañeros, en masculino.
¿Qué pasaba?
Me quedaba claro que mi visión de las cosas nunca se tenía en cuenta. Se me escuchaba, claro, y hasta hacía gracia, pero la última palabra siempre era masculina.
Con las chicas nunca no lo tuve fácil, quizás porque mis aspiraciones en la vida nunca han sido las que se esperaban de una mujer como yo.
Entonces llegué a contactar con un grupo de mujeres de otra generación nada convencionales, que me mostraron todo un universo; el feminismo, liberador sin duda.
Aquello me hizo saber que estaba en el camino correcto, que mis compañeros nunca darían su brazo a torcer, y que las amigas iban a traicionarme; bueno eso lo sé ahora…
Una vida de feminismo activo
He seguido mi camino en soledad sabiéndome en lo cierto; haciéndole frente a pensamientos y actitudes machistas y oyendo a mis amigas eso de, “¿y la Viky?” –de ahí lo de vikinga-, “…con sus cosas, como siempre”.
Muchas veces me he sentido ninguneada.
Las mujeres “siempre” hemos querido agradar a los hombres y hemos necesitado su aprobación. Si ellos nos acompañaban en la reivindicación, entonces sería que estaba bien; si no, pues esa frase de “yo no soy feminista, pero quiero la igualdad”.
En esa época de la que hablo, éramos cuatro gatas en las manifestaciones, no como ahora. A veces me pregunto hasta qué punto esta ola de feminismo es una moda que políticamente se utiliza.
El caso es que estamos en un momento de gran confusión.
Hay algunas mujeres que confunden lo de ser feminista con llevar una camiseta morada o con la misandria (odio a lo masculino).
De ahí las reacciones comprensibles de muchos hombres que ven en esta revolución una amenaza, cuando también deberían sentir el feminismo como un movimiento liberador; a mí me da pena 🙁
Como dije antes, las mujeres que hablamos sin tener un hombre detrás que nos ampare, somos las culpables de todo los males de la tierra (como Eva, o Pandora…), y somos tachadas con ese término tan despectivo de “feminazi”; que se puede ver como otra forma de deslegitimar nuestras reivindicaciones, o como respuesta a actitudes misándricas.
Un comentario del facebook como ejemplo:
“Otra cosa, esto para las supuestas «feministas» que tanto promulgan igualdad. Si voy a un festival y pago mi entrada, pago mis consumiciones y me entran ganas de cagar y resulta que el WC de los tíos solo se puede mear porque no hay trono… tu, que tanto blablabla sobre la igualdad con que derecho te crees a tener preferencia ante mi al usar un trono por el simple hecho de tener coño???? igualdad si…pero solo a veces …así va la película”…
El feminismo es aceptar muchos modelos diferentes de personas y reinventar una sociedad en la que quepan todas.
El feminismo implica una nueva concepción del mundo desde unos parámetros más humanistas, como decía la Campoamor.
Aunque no debemos olvidarnos de nuestra herencia cultural, y de que todavía convivimos con la creencia de que lo femenino no tiene importancia. Un ejemplo claro y real es el fútbol femenino; o la mitificación de la maternidad, que bajo mi punto de vista, es un mecanismo claro y eficiente para perpetuar nuestro sistema patriarcal si no ponemos remedio.
Y ahora viene la gran pregunta.
Ante todo esto, ¿los hombres qué?.
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