Últimamente cuando voy a la playa, aprecio que el mar no está tan limpio de cómo lo recuerdo.
Cuando era pequeña me zambullía en el agua, abría los ojos y buceaba. Pero ahora en el rompeolas, hay una espumilla, unos hilillos que enturbian el agua; un agua que está más templada de lo que le corresponde, y no puedo más que ir apartando con las manos ese no se qué, para dejar un camino lo más limpio posible antes de darme el chapuzón.
Y otra imagen; la de los plásticos, tapones, pajitas… de mil colores que se quedan en la orilla cuando baja la marea.
¡SOS! El mar no come plástico
Según Greenpeace:
«La producción de plástico está fuera de control y no para de crecer, y ni el medio ambiente ni los océanos lo pueden digerir. Uno de los principales focos de concentración de estos plásticos en superficie es el giro oceánico del Pacífico, donde se acumula una ‘sopa de plásticos’ de tres veces el tamaño de España»

«Un problema que no solo afecta al Pacífico o al Mar Caribe: en el mar Mediterráneo también hay miles de toneladas de plásticos flotando en superficie. Hasta 12 millones de toneladas de plásticos entran en nuestros mares y océanos cada año, llegando incluso a pasar a lo largo de la cadena alimentaria hasta llegar a nuestros platos: ya se han encontrado microplásticos hasta en la sal de mesa. Los efectos que tiene para las personas que los ingieren están todavía por determinar».
Tenemos un problema 🙁

Y mientras los gobiernos se ponen las pilas para tomar medidas, pongamos nuestro granito de arena.
Recicla, no solo usando los contenedores; échale imaginación y reutiliza.
Acuérdate de llevarte bolsas cuando vas al super.
Abre los ojos y verás un montón de cosas que puedes hacer 😉
Y apoya organizaciones y actuaciones que defiendan el medio ambiente, te defiendes tú.
La tierra es nuestra madre 🙂
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