Ayer fue el debate de los candidatos y candidatas a las elecciones andaluzas. Patético. Desde mi punto de vista fue aburrido, totalmente alejado de la realidad que vivimos una gran parte de la población andaluza, y en un tono que en el mejor de los casos produce risa.
Este mismo día una mujer se tiró por el balcón de su casa cuando iba a ser desahuciada. Esto pasó en Madrid, en la capital de España. Si los Servicios Sociales de la capital del país, no hicieron nada o no “pudieron” hacer nada, ¡qué no pasará en el sur de España!…
Cuando una va a alguna administración pública para algo, tiene la sensación de que molesta, de que perturba la paz institucional. No se entiende la urgencia desde los despachos y la cartera llena.
Siempre ha incomodado la pobreza. La discriminación del pueblo gitano, no ha sido por gitano, sino por pobre; a Lola Flores o al Camarón de la Isla, nadie les ha hecho ascos…
Cuando vas a alguna institución a preguntar o a contar tu situación, estás poniéndole cara a la miseria, a la desigualdad. Y eso escuece.
El 41,7% de andaluces se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión social.
Cuesta tener esperanza y ver la vida con ojos de colores cuando se está dentro de ese cuarenta y dos por ciento. “Environment”, ese triste poema minimalista (entrada anterior), es todo lo que da de sí esta castigada cabeza que lucha por no hundirse en esta tierra de nadie.
Pero es que no encuentro más inspiración para mis creaciones que todo este desafortunado esperpento. Y no es Ramón del Valle-Inclán el que deforma la realidad. Tristemente es la misma realidad grotesca y absurda la que por sí sola degrada los valores sociales y humanos.
¿Qué hacer ante tanta indecencia y tanto egoísmo?. Hay conatos de indignación y dignidad. Los pensionistas que no flaquean en sus reivindicaciones, el feminismo que crece implacable ante los desplantes del patriarcado, los bancos de alimentos, los médicos que también se han echado a la calle…
Pero creo que el desgarro social es mucho más profundo. La dignidad como persona, la esperanza, la ilusión, las ganas de vivir, el orgullo, el respeto, la confianza… que nos han quitado, no se repara con un kilo de garbanzos o tres litros de leche.
Para las que estamos en este lado del barco, la situación no hace más que empeorar; y cansadas y saturadas de tanta sinrazón, no nos queda más que esperar la próxima barbaridad.
¡A ver si esto revienta de una vez y nos alumbra el arcoiris!
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