Hola!
Muchos acontecimientos últimamente y yo continúo escribiendo mi próxima novela.
Os invito a daros una vuelta por Historias en Femenino, Educación Sexual para leer este relato de una manera objetiva; y no perdáis la mirada literaria!
Relato erótico que puedes encontrar en Eras.
Sin compañía
La radio no paraba de recordarle que nadie iba a dedicarle una canción en aquel “día de los enamorados”.
Cuando subía a casa se cruzó con el chico de la floristería que llevaba un ramo de flores en cada mano, y pensó malévola ponerle la zancadilla; si no había flores para ella, no habría flores para nadie…
Aquella noche había tenido un sueño que la había despertado muy excitada. Soñó con un hombre que la abrazaba diciéndole que era la mujer más maravillosa del mundo, y que no la iba a dejar moverse hasta que chillara de gusto. Soñó que él la calló con su verga dura en la boca; que le lamió el sexo y después le hizo el amor con ansia.
Estaba excitada recordando su apasionada noche, cuando su mirada tropezó con el espejo del salón y se entretuvo en mirarse. Le sentaba bien la barra de labios nueva. Se soltó el pelo que llevaba recogido y se lo revolvió con las manos. Se quitó el jerséis y quedó con la camiseta nueva de tirantes que le hacía juego con el rojo de los labios.
Se sentía guapa y pensó que era una pena no tener compañía, porque como perra en celo, notaba una imperiosa necesidad de tener algo duro entre sus piernas.
Sin compañía
Puso música y empezó a contonearse delante del espejo, moviéndose al compás, acariciándose y sacando la lengua como si lamiera lo que ella en ese momento más deseaba. Poco a poco fue sintiendo calor, cada vez más calor…
Buscó su vibrador y se quitó los pantalones. Pensó que por un agujerito había alguien mirándola y se excitó más todavía.

Le dio al botoncito y el aparatejo empezó a sonar y a moverse. Lo metió entre las bragas rozando su clítoris y se miró en el espejo. Parecía que tuviera un miembro viril bien dispuesto. Le gustó esa sensación y empezó a embestir duro.
La imaginación no tenía límites en los momentos en los que Sara no tenía compañía.
¿Qué pensaría un hombre si la viera en ese momento? Aquello la estaba poniendo a cien.
Cuando tuvo el alma y el cuerpo calientes, con una mano empezó a masajearse el clítoris y con la otra empujó el vibrador hacia adentro; y voló libre entre salvajes gemidos.
La música seguía sonando.
Sara se incorporó y volvió a encontrarse con el espejo. Definitivamente el sexo le sentaba fenomenal. Estaba más guapa todavía. Volvió a vestirse y salió para el trabajo.
Cuando estaba cerrando la puerta su vecino también salía. La escudriñó con la mirada y le dijo buenos días con una burlona sonrisa. Cuando iba bajando las escaleras, Sara sintió una sensación de vértigo que le corrió desde la barriga a la garganta. Se acordó.
La ventana del pasillo estaba abierta y no tuvo la menor duda; su vecino lo había presenciado todo…
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vídeo Poesía Erótica, Virginia
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