Esta entrada la escribí el recién pasado mes de dicimbre.
Estrenamos año y básicamente todo sigue igual; menos los sentimientos que se mueven con los últimos acontecimientos políticos.
Entre el decaimiento de todo lo público, entre la negatividad que arrastra el inmovilismo social, económico y cultural, se abre en mí un pequeño resquicio de esperanza con el nuevo gobierno que al menos me merece el beneficio de la duda.
Además he hecho mi primera entrevista en inglés, y no sé qué va a ser de mí; pero sonrío 🙂
Un vacío necesario
Cuando una persona es adulta, antes de tomar una decisión importante, sopesa los pros y los contras y piensa en las consecuencias de su decisión.
Sin embargo, en la madurez de la vida, he tomado una decisión que no he pensado demasiado. Es como si algo me empujara a hacer lo inevitable y saltar por encima de mis miedos y de los ajenos.
A veces siento que estoy cumpliendo mi destino y que no hay otra opción posible.
En mi real realidad no hay otra opción posible; mi vida de ahora está sumergida en la vacía nada y necesito sumergirme en ese vacío para volver a llenarlo.
No son filosofía mis palabras.
Habla una mujer a la que todo el mundo por la calle llama señora.
Habla una parada de larga duración sin ninguna expectativa en este país de tristes.
Habla una persona que en un futuro inmediato será migrante.
Dejaré aquí mi curriculum para hacer como que empiezo de cero, harta de la rutina de solicitar puestos de trabajo diariamente, harta de estudiar otro idioma y de convencerme de que tengo que actualizarme, y harta de no tener ni un duro; mientras veo cómo vividores sin formación y sin gracia triunfan, y se llenan los bolsillos haciendo como que cantan o ganando concursos de televisión, por ejemplo. Y mientras veo una patética realidad política que da vergüenza, ajena a mis problemas y a los de mucha gente.
Hoy en el telediario hablaban de la felicidad. Decía una mujer que la felicidad depende de una misma y no de cosas ajenas a ti.
No hay libertad si no hay sufieciencia económica (Pablo Iglesias Turrión)
Momentos felices se pueden vivir con cualquier cosa aparentemente simple, pero el desarrollo personal, la plenitud de una persona es difícil de alcanzar sin una suficiencia económica. Sobre todo, en esta sociedad basada en la apariencia, donde “tanto tienes, tanto vales”.
En esto de explorar nuevos mundos, está también esa mirada romántica de vivir una nueva experiencia.
Sí, pero no he elegido esta circunstancia y a veces me enfada; aunque en el fondo sepa que va a ser liberadora.
Pienso que tampoco elegí la Esclerosis Múltiple que me limita en muchas cosas y me asusta en otras; pero que no ha acabado conmigo y me ha hecho más fuerte en algunos aspectos.
La vida viene con sus problemas y sus injusticias y hay que enfrentarlas. Y demasiadas veces, la gente que te rodea y de la que esperas algo más que palabras biensonantes, se quitan de en medio.
Es como si tu manifiesta debilidad en ese momento afeara su protocolaria rutina. Y te desean buena suerte soltándote la mano en medio del océano.
Están las «amigas fiesteras» que solo miran su ombligo para saciar sus ansias con cualquier cosa que no sea ver la realidad. O «las iluminadas» que sienten lástima o compasión por tu desgracia, pero que por supuesto no van a perder el tiempo en adversidades ajenas porque ellas están por encima de esas banalidades mundanas; o «las ocupàdas», o las que nunca se enteran de nada, o las que parece que nunca tienen problemas y siempre quieren ayudarte…
El caso que te ves sola y te haces más fuerte. Tanto que esa gente acaba importándote nada y miras de lejos a las que no han perdido el tiempo contigo y que siguen creyendo que su realidad es la realidad, mientras tú sabes que sin ayuda de nadie, “sobrevivirás a todos los naufragios”. Esta frase es de Gloria fuertes.
Algo que se nos olvida siempre a la hora de clasificar a las personas entre ganadoras o perdedoras, es que no todos-as partimos de la misma casilla de salida.
Y estas reflexiones no pretenden nada, ni siquiera espero que la lea mucha gente, sólo son mis pensamientos este tiempo antes de marcharme a vivir una aventura necesaria pero no elegida.
Y obvio el duro trance del cáncer de la persona con la que vivo por aquello de no dar pena…
Éstas son mis reflexiones antes del exilio para contrastar con mis reflexiones a la vuelta que sé que serán en otro tono.
Al fin y al cabo, pienso que este es el principio de un cambio de rumbo; y que regresaré llena de energía para repartirla con quien me dé la gana.
Eso sí, algunas piedras me gustaría que estuvieran en el mismo sitio 😉
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