
Federico García Lorca y Salvador Felipe Dalí
Una de las historias más fascinantes y tristes entre dos de los personajes más relevantes de nuestro panorama cultural.
Su relación trascendió la simple amistad. Se conocieron en 1922 en la Residencia de Estudiantes de Madrid (cuando tenían 24 y 18 años respectivamente). Fue una gran historia de amor aunque nunca llegara a consumarse.
Su relación trascendió la simple amistad. Se conocieron en 1922 en la Residencia de Estudiantes de Madrid (cuando tenían 24 y 18 años respectivamente). Fue una gran historia de amor aunque nunca llegara a consumarse.
Lorca, menos temeroso al erotismo, fue mucho más consciente del amor que sentía hacia su amigo. En cuanto Federico vio a Salvador se enamoró perdidamente, pero éste no aceptaba su homosexualidad, entre otras cosas por la influencia de un padre muy severo, el notario de Figueras.
Mantuvieron, a pesar de todo, una estrechísima relación personal, artística y estética, hasta 1928 en que se produjo el alejamiento entre los dos. Aunque el amor jamás llegó a consumarse, sus respectivas obras salieron enriquecidas de esa relación. Las obras de ambos están llenas de referencias al otro, mantenían una extraordinaria fascinación mutua.
Dibujos de Federico (con Fito Paez)
No puede decirse que Lorca influyera activamente en la obra de Dalí, aunque está muy presente en los cuadros de aquella época; al menos en doce de sus obras aparece la cabeza de Lorca junto a él mismo.
Recordemos uno donde aparecen sus cabezas fundidas, o ese otro donde la sombra de Dalí proyecta la cabeza de Lorca.
Dalí, por el contrario, sí propició un giro en la trayectoria literaria de Lorca.
Dalí era muy crítico con la obra de García Lorca. Cuando se publicó el Romancero Gitano, Salvador le dijo a Federico, “Tú eres un genio y lo que se lleva ahora es la poesía surrealista. Así que no pierdas tu talento con pintoresquismos”.
Y Federico le hizo caso; dio un golpe de timón a su obra. Si Lorca no hubiera conocido a Dalí hoy no tendríamos posiblemente Poeta en Nueva York.
Dalí era muy crítico con la obra de García Lorca. Cuando se publicó el Romancero Gitano, Salvador le dijo a Federico, “Tú eres un genio y lo que se lleva ahora es la poesía surrealista. Así que no pierdas tu talento con pintoresquismos”.
Y Federico le hizo caso; dio un golpe de timón a su obra. Si Lorca no hubiera conocido a Dalí hoy no tendríamos posiblemente Poeta en Nueva York.

Luis Buñuel, tercer vértice de este triángulo, despreciaba a Lorca, le llamaba «el asqueroso», y veía con desagrado la fuerte amistad que mantenían Salvador y Federico; hizo todo lo posible para apartar al pintor de la influencia del poeta.
En 1927, Buñuel, que había conseguido desbancar a Lorca en el corazón de Dalí, se lleva a éste a París para realizar juntos la obra cumbre del surrealismo cinematográfico Un perro andaluz.
En 1927, Buñuel, que había conseguido desbancar a Lorca en el corazón de Dalí, se lleva a éste a París para realizar juntos la obra cumbre del surrealismo cinematográfico Un perro andaluz.
Lorca, Dalí y Buñuel
Mientras Salvador Dalí estaba en París, Federico García Lorca se consagró como poeta tras su periplo por Cuba y Nueva York.
Cuando se reencontraron en Barcelona, en el año 1934, ni el tiempo ni la distancia habían borrado esa relación.
En 1936, fecha del asesinato de Federico García Lorca, ya se habían distanciado.
Cuando se reencontraron en Barcelona, en el año 1934, ni el tiempo ni la distancia habían borrado esa relación.
En 1936, fecha del asesinato de Federico García Lorca, ya se habían distanciado.
¿Qué habría pasado si no hubiera muerto Lorca tan pronto?
¿Hubiera tenido este amor una segunda oportunidad?
Ian Gibson sospecha que no, porque a la Guerra Civil debemos añadir la irrupción de Gala en la vida de Salvador Dalí.
La muerte de Federico García Lorca le causó una gran impresión. En varios de los cuadros de 1938 aparece el rostro «invisible» de García Lorca: Afgano invisible, Aparición de rostro y frutero (en la imagen), y El enigma sin fin, donde el fantasma del poeta estáconfigurado por el cuerpo de un afgano, un mastín y un galgo, respectivamente.
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