Hace tiempo ya que escribí este crudo y desgarrador poema. Mi situación económica se ha movido poco, pero mi ser interior está viviendo una revolución, y puedo decir que cada vez me siento mejor con menos. Cada vez me siento más libre para hablar y desenmascarar a los miserables que quieren apoderarse de todo.
Esa élite europea, esos gobernantes, esos médicos, esos periodistas… esa gente que se ha reído de nosotros y han acabado con la vida de tantas personas, no deben dormir bien por la noche. Están metidos en una espiral de maldad y no se sacian, están vacíos, solo tienen dinero.

Así que en medio de este terror sanitario y este recorte de libertades, está creciendo una nueva clase social, por llamarlo de alguna manera, está naciendo un nuevo grupo de personas, los que no tenemos miedo, los libres, los rebeldes, los que nos hacemos más fuertes ante las calamidades, los PuraSangre.
12-02-2022
En la miseria,
los míseros de tradición
se vuelven fuertes
y despiadados.
Los que nos estrenamos
en estas lides
somos frágiles,
cada vez
más pequeños,
más invisibles.
Después de cada no,
estás más rota,
viendo cómo la vida pasa
ajena a lo que eres.
Te das cuenta que sólo fuiste.
Eres alguien
en la soledad de tu cuarto,
donde tu miseria es tan grande
como tu desdicha,
y donde las lágrimas brotan
incrédulas e involuntarias.
Donde
te tragas el orgullo,
por si alimenta.
(22-04-2020)
Hace tiempo que vivo como usuaria la deshumanización de las instituciones en general; y en concreto de los Servicios Sociales.
Hay muchos factores a tener en cuenta y a analizar en este decaimiento de casi todo…
Con la crisis económica y la desaparición de la clase media, cambian muchos conceptos y debería cambiar también el enfoque de la atención institucional que se da a la ciudadanía.
Los nuevos pobres
Cuánta gente –entre la que me incluyo-, hemos pasado de tener nuestro trabajo y nuestros caprichos de vez en cuando, a estar en riesgo de exclusión social; gente con recursos personales para resolver sus problemas, gente procedente de familias normalizadas…
Yo diría que ahora mismo somos el colectivo más vulnerable. L@s parad@s de larga duración, los mayores de cuarenta y cinco..; y si eres mujer y no tienes cargas familiares, no tienes ni derecho a comer.
Somos las que tenemos que aparentar que no pasa nada, rodeada de personas -de tu gente-, que siguen con su nivel de vida y quieren siempre pagar la cuenta; somos la gente que pasa vergüenza, la gente que se siente humillada, la gente a la que nos han cortado las alas en la flor de la vida y no vemos luz en este túnel interminable.
Secretos de mi Ayuntamiento
Los “pobres de solemnidad” como alguien les llamó, han nacido y han crecido en la pobreza. Se desenvuelven bien en la carencia y tienen identificada la clase social a la que pertenecen. Conocen mejor que su trabajadora social las ayudas económicas a las que tienen derecho y son los reyes del trapicheo.

La tradicional relación “trabajadora social–usuario”, donde la profesional marca las reglas a cambio de que el usuario cumpla unas serie de normas para avanzar en su integración social, no nos vale a los nuevos pobres que siempre hemos estado integrados. Ahora el sistema nos echa a patadas; y nos llama antisistemas.
La “única” carencia que tenemos y por la que acudimos a los servicios sociales, es la económica.
Los nuevos pobres
A esto le sumamos las personas que no dejan de venir. Sin restarle drama a sus historias demoledoras, los nuevos pobres tenemos que ver con la boca cerrada para que no nos tachen de racistas, cómo nuestros mecanismos de atención social se vuelca con ellas, mientras nos abandonan a nuestra suerte.
El sector privado, que en muchos casos suple las deficiencias de nuestras instituciones, a veces da una atención que recuerda a los orígenes del Trabajo Social, al más puro estilo asistencialista; en el que trabajan personas con mucha voluntad, y con escasa formación y habilidades para la transformación social.
El sector público se pierde en burocracia innecesaria y se rige por políticas absurdas donde se prima la estadística a la eficacia.
Los servicios sociales están saturados y la atención es insuficiente, deficitaria y selectiva.
Y los profesionales saturados como el sistema, entretienen a la población y sirven sin rechistar a este conglomerado cruel e incompetente.
La clase política aburre, son unos ladrones incompetentes, pero hay muchos sectores donde se mueven cantidades indecentes de dinero como el fútbol.
Es muy bonito hablar de solidaridad. Pero no veo a nadie capaz de renunciar a lo que no le hace falta. La riqueza no está repartida.
Eterno cuento…
Mientras a aguantar que nos sigan entreteniendo con Cataluña o Máster Chef… 🙁
(10-05-2018)

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