Manuela tras posponer la cita con Lola, decidió dar un paseo e intentó quedar con Soledad, una compañera del instituto.
Pero después de llamarla al móvil sin obtener respuesta, alargó el paseo y regresó de nuevo hacia su casa. Antonio acababa de llegar.
Cuando Manuela se acercó a darle un beso lo encontró serio, sentado en el sofá mirando al infinito. Algo parecía tenerlo preocupado.
Manuela que tenía necesidad de intimidad y conversación, se acercó a él mimosa buscando un poco de amor. Pero Antonio la separó fríamente con el brazo hacia un lado. Ella se sintió herida y se encabezonó en conseguir su propósito poniendo a prueba las armas que antes nunca le fallaban.
– ¿Qué pasa cariño, no tienes ganas de disfrutar un ratito?-. Y se quitó la camiseta. Antonio la miró indiferente sin decir nada. Pero Manuela que no podía olvidar el sueño que le había atormentado la noche y la mañana, insistente se quitó el sujetador.
– Mira mi amor, todo lo que tienes aquí para comértelo, -le decía ofreciéndose a Antonio.
Manuela le hurgó con la mano por la cremallera del pantalón, porque Antonio no mostraba ningún entusiasmo; y después de quitarse el resto de ropa, se abrió de piernas.
Antonio algo animado, sacó su miembro casi a punto y empezó a refregarlo por el ansioso sexo de Manuela; y aunque empezó despacito, después de unas cuantas embestidas se corrió.
Manuela que no había quedado satisfecha, cuando notó que la verga de Antonio aflojaba, le cogió la mano y la acercó a su clítoris para que lo tocara. Y así estuvo meneando sus caderas hasta que llegó al orgasmo.
Más por el calor que por la actividad, terminaron casi exhaustos en el sofá, Antonio mirando al techo y Manuela mirando a Antonio.
– Si folláramos más a menudo seguro que estábamos de mejor humor -dijo Manuela.
Antonio la miró, y aparentemente insensible le contestó:
– Quiero que nos separemos, esto no tiene sentido.
Manuela se ruborizó. Le entró un calor que le recorrió de arriba a abajo y se levantó indignada del sofá. Un jarro de agua fría acababa de derramársele encima y sin otra idea mejor, corrió a esconderse en el cuarto de baño a llorar de rabia e impotencia.
¿Qué opinas?