Para Juana Francisco siempre había sido especial.
Se sentía respetada. En esos últimos días había descubierto el amor como nunca lo había soñado siquiera.
Juana sentía que ya nada podía seguir igual y le daba un repaso a su vida entre besos y caricias.
Uno de los policías que intervino en el accidente en el que murieron sus padres, se encaprichó de la chiquilla que quedó huérfana y se convirtió en su benefactor. Más tarde vinieron los favores sexuales. Y cuando a Juana le llegó la capacidad y el entendimiento, se enfrentó a ese hombre amenazándolo con contarlo todo si no dejaba de molestarla. Así consiguió recibir una cantidad fija de dinero a cambio de su silencio, y aprendió a cicatrizar su herida utilizando sus encantos femeninos. Decidió sacar provecho cuando con dolor comprobó que una sonrisa suya hacía que los hombres comieran en la palma de su mano. Y suplió sus carencias emocionales ofreciéndose a cambio de un poco de cariño.
Esto le creaba enemistades con las mujeres por supuesto; con unas porque sentían envidia de su evidente sensualidad, y con otras porque se empeñaban en competir con ella.
Si las paredes hablaran
Juana intentaba mantenerse al margen de los malintencionados comentarios. Andaba siempre arreglada con los trajes que ella misma se confeccionaba a conciencia, con la cabeza alta y orgullosa de su cuerpo.
Se convencía de que no era diferente a las demás. A veces la moralidad se encargaba de minar su cabeza y sentía el impulso de elegir el camino correcto; el decente camino de prostituirse por un mísero trabajo cualquiera que apenas le diera para sobrevivir.
Cuando pensaba estas cosas, le ganaba la batalla a la soledad llorando su miseria, y siempre acababa diciendo en voz alta esa frase de “quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra“.
…Ahora llegaba Francisco con el corazón por delante y eso bastó para que se le clavara en el alma.
Su querer y su pasión, Juana lo recibía pensando que la vida había decidido hacerle justicia por fin.
Francisco le estaba dando amor, y ella estaba deseosa de vivirlo…
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