Según mis fuentes, esta pesadilla de la plandemia ya mismo termina.
No podía ni siquiera sospechar lo que hemos tenido que aguantar cuando escribí este relato.
Ahora soy más pobre que antes, pero mucho más feliz.

(23-04-2021)
Este cuento lo escribí entre lágrimas durante el primer confinamiento, allá por marzo 2020.
Entre las sensaciones de incredulidad ante lo que estaba pasando, se unió la muerte de mi compañera de vida; de la que no pude despedirme siquiera.
Fue un encierro muy duro.
Murió de cáncer, no de covid.
El cáncer sigue matando y para eso todavía no han encontrado vacuna.
No veo justificadas las medidas que se están tomando a nivel mundial con la plandemia.
Sigo creyendo que están jugando con los más pobres y con la gente de bien.
Me cuesta trabajo encontrar motivos para perdonar lo que nos están haciendo 🙁
(Actualizada 19-11-2020)
Alguien que leyó esta historia, me dijo felizmente que era un texto muy Kafkiano.
Kvaranteno quiere decir «cuarentena» en esperanto.
Por recordar a Franz Kafka, decir que su obra se ha asociado al expresionismo y al existencialismo, y que sus creaciones literarias abarcaban temas como la condición humana, la angustia, la culpa, la burocracia, la frustración o la soledad. También mezclaba lo irreal, lo irracional, la ironía… en su obra podemos ver situaciones trágicamente absurdas.
Kafka fue un escritor poco reconocido en vida pero que propulsó la renovación de la novela europea del siglo XX.
Pensando, pensando, puedo decir que sí, que me reconozco en estos encuadres; no es la primera vez que yo misma defino mi obra cercana al expresionismo.
Feminismo expresionista

Kvaranteno
Parecía que había encontrado una casa que respondía a mis necesidades. Tenía espacio para que mis tres animales y yo suspiráramos sin molestarnos demasiado, eso creí.
El gobierno había decretado el Estado de Alarma porque un virus desconocido a la ciencia arrasaba el mundo entero y estaba prohibido salir de nuestras casas, ¡ni en mis peores pesadillas!
Yo pensé que no sería para tanto eso de la cuarentena, porque además había permiso para que las mascotas salieran a hacer sus necesidades, “esto va a ser coser y cantar”, pensé.
Llevábamos una semana de encierro y me esforzaba sin éxito en ordenar las habitaciones.
Fue al octavo o al noveno día que me di cuenta que la casa estaba menguando. Mis animales y yo vivíamos cada vez más juntos y a veces me faltaba el aire.
Entonces empecé a ponerme nerviosa pensando que tenía los síntomas del COVID 19, así se llamaba el bicho que nos aniquilaba.
Pero me relajé cuando estornudé y me percaté de que estábamos en primavera, ¡ya empezamos con la alergia!…
Pasaban los días y las habitaciones seguían menguando, volvía a faltarme el aire. Empecé a notar mucho calor y me alarmé de nuevo, otro síntoma de la enfermedad, ¡fiebre, tengo fiebre!.
Pero me tomé la temperatura y no. Estaba viviendo la menopausia y eso me tranquilizó, los calores iban y venían. Aunque duró poco mi relax cuando oí por la radio que por nuestra seguridad, el gobierno había ampliado el período de cuarentena.
Una oleada de solidaridad descafeinada lo invadió todo. La gente se comunicaba por los balcones y a veces oía voces, a veces aplausos, otras música… pero yo empezaba a sentir los pies cada vez más pesados.
Arranqué a llorar cuando vi que había echado raíces en el suelo de mi habitación, y por si no tuviera bastante, un liquidillo caliente mojaba mi pierna de vez en cuando. Los perros hacían pis encima de mi.
Prácticamente así pasé mi cuarentena. Anclada en el suelo sin poder moverme y llorando con mucha rabia.
Tanto lloré y con tanta rabia, que mis lágrimas humedecieron el suelo; los perros comenzaron a escarbar, y conseguí liberarme.
Pude andar unos pasos para mirarme en el espejo, estaba demacrada. Puse la televisión y me enteré de que llevaba cuatro meses encerrada entre las paredes de mi cuarto.
Ví a la gente correr por las calles, llorar y abrazarse; el gobierno había decretado el fin del Estado de Alarma, y yo no podía más que mirar alrededor y ver un cuarto cada vez más grande, lleno de excrementos que tendría que afanarme en limpiar.
(Publicada el 18 de mayo 2020)
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