Todo empezó o todo terminó, según se mire, en el año 2021. La Élite había ideado un Plan para conquistar el Planeta Rojo, y utilizó el engaño para hacerse con un gran ejército. Con la excusa de la aparición de un virus letal, vacunaron a millones de personas y las convirtieron en Transhumanas. Les inyectaron una sustancia que transforma el ADN y convirtieron a los seres humanos en transgénicos, modificados maquiavélicamente para cumplir la misión de colonizar Marte; encerraron a las hembras fértiles para continuar fabricando guerreros, y trasladaron a los Transhumanos al Exterior.
La Élite pensó que ejecutaría su Plan cómodamente, pero los Marcianos están oponiendo una fuerte resistencia.

En la Tierra, vivir se estaba haciendo insoportable. Los alimentos y el agua escaseaban porque la radioactividad lo había inundado todo.
Muchas veces me preguntaba si valió la pena tener la osadía de esconderme cuando la Élite vino a por mí, porque no me llevaron fuera, pero vivía en soledad y con la amenaza constante de ser descubierta. La Tierra fue parcelada en varios Territorios, y cuando alguien osaba salirse del límite establecido, una alarma conectada con el Exterior sonaba de manera estruendosa. Así la Élite controlaba a los pocos Transhumanos que quedábamos en la Tierra. Nos llamaban los Rebeldes, yo pertenecía al Territorio Ibérico nº 4 y soy Patricia. Me abrumaba tanto la soledad, que la visita de Ibai la recibí con la misma extrañeza que ilusión. Decía pertenecer al Territorio Ibérico nº 8, y andaba reclutando voluntarios para reforzar el ejército de la Élite; la Élite, esos maquiavélicos insaciables.
Me sentía tan vulnerable con la falta de perspectivas en la Tierra, que a pesar de las suspicacias que Ibai generó entre los Rebeldes, y los rumores que corrían en torno a su persona, la idea de alistarme en la milicia fue para mí muy seductora. Incluso a pesar de que mi hermano Aitor desde el Exterior, me avisara de que las luchas por la conquista del Planeta Rojo estaban siendo muy cruentas. Y tampoco voy a engañarme, Ibai despertó en mí sensaciones que hacía mucho tiempo que no sentía. Como en mis mejores tiempos adolescentes, pasaba las horas observando a ese Transhumano rebelde, y un escalofrío recorría mi cuerpo cuando se acercaba. Con esas sensaciones, supe que no había marcha atrás, y que a pesar de las múltiples advertencias, me marcharía con él a Marte.
Ibai me confesó que era un Posthumano cuando no podía arrepentirme; mi misión en el Planeta Rojo se reduciría a ser incubadora de nuevos guerreros, y me encerró en la Cápsula de la Fertilidad con las demás Transhumanas reproductoras. En tono déspota, me desveló que su comportamiento en la Tierra entraba dentro del programa de los poderosos para hacer de Marte, un paraíso exclusivo de disfrute. Me confesó que fue sobornado por la Élite a cambio de una parcela en la Luna. Odié a Ibai con todas mis fuerzas y odié mi ingenuidad por haberle servido su plan en bandeja.
Los Posthumanos son esos humanos a los que les modificaron el sistema límbico y manejan las emociones a su antojo, las suyas y las ajenas. Son el brazo armado del poder, manipuladores, y se caracterizan por su estremecedor desprecio hacia los habitantes del Planeta Rojo. Lideran los escuadrones de combate formados por los Transhumanos obedientes, y tienen una P tatuada, pero su punto débil es que son fácilmente detectados por los Marcianos como el enemigo, y cuando esto sucede, la agresividad es impredecible.
Transhumanas
En la tierra siempre hemos imaginado a los Marcianos como seres de grandes ojos, cara ovalada y color verde. Pero los habitantes del Planeta Rojo son muy primitivos, dominados por el instinto de supervivencia, que cuando se sienten amenazados pueden ser muy peligrosos. También en Marte hubo una Élite que manipuló y arrasó con toda la riqueza del planeta; quedaron unos pocos habitantes que se aclimataron al territorio, y fueron reproduciéndose dando lugar a la Especie Marciana. Se convirtieron en los Guardianes del Planeta Rojo.
Y yo a pesar de su mala reputación, siento una extraña conexión con los Marcianos. Cuentan que en la oscuridad del universo no atacan a los Transhumanos, sólo se defienden cuando perciben la amenaza de un Posthumano traicionero. Su comportamiento es muy parecido al de los animales salvajes. Así que aunque no sirva de nada, me llenó de satisfacción enterarme que Ibai fue atacado por los Marcianos, justo después de abandonar la Cápsula de la Fertilidad y confesarme que era un Posthumano.
¡Cuánto daría por amanecer de nuevo en la Tierra!
Mi talón de Aquiles siempre ha sido dejarme llevar por los sentimientos, y una de las jornadas previas a mi “huída”, Ibai me sonsacó y le conté íntegro el plan de la Expedición Rebelde, así se llamaba un grupo de Transhumanos entre los que se encontraba mi hermano Aitor, que llevaban tiempo maquinando un Plan para escapar de Marte y repoblar la Tierra. Tenían que liberar del encierro a las Transhumanas fértiles para procrear, y hacerse con el oro y la plata que la Élite robó en su día.
No puedo sentirme más imbécil, porque inocente de mí, detallé íntegro el plan de la expedición, desde la liberación de las Transhumanas reproductoras, hasta la ubicación de las naves volantes. Me maldigo una y otra vez por desoír las advertencias de Aitor, porque el Plan del Grupo Disidente ha sido todo un fracaso. Se rumorea que apresaron las naves y encerraron a todos los opositores en cápsulas individuales, por eso no llegan señales a través de los chips que tenemos incrustados en el cuerpo.
Transhumanas
Me siento tan culpable que paso los días haciendo ejercicios mentales para desarrollar el hemisferio izquierdo de mi cerebro. Necesito hacer algo para revertir la realidad, y tras muchas cavilaciones por fin tengo un Plan para liberar a los disidentes. Nora, mi compañera en el sillón alimenticio, ha empezado a tantear a las demás compañeras Transhumanas, y cada vez somos más las que estamos dispuestas a arriesgar la vida para llevar a cabo nuestra misión. Lo más laborioso es hacer que los Marcianos no nos sientan enemigas y colaboren con nosotras, pero siento la fuerza de lo imposible y de que nada va a ser capaz de detenernos. Por primera vez confío en las Transhumanas reproductoras; y no tengo duda de que repoblaremos la Tierra, y viviremos una nueva, ansiada y merecida libertad.
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Me encanta!! Sería un éxito de taquillas. Como la vida misma.
¿Acabaré algún día la novela basada en este relato?…