Hubo
El soñador
Érase una vez un hombreniño que soñaba con el mundo; con la gente, con los animales, con los árboles, con el mar… Nunca había visto nada más allá de las paredes de su casa, y se interrogaba constantemente sobre qué diferencia habría entre el mundo real, y lo que su inocente y espabilada cabeza imaginaba.
La intención de abandonar su mundo le provocaba mucho miedo, pero la idea de descubrir algo mejor colmaba sus pensamientos.
Así que un buen día de cielo despejado armándose de valor, cogió su bicicleta y comenzó a pedalear sin volver atrás la mirada por si le entraban dudas.
Y acompañado de la incertidumbre, emprendió un viaje sin saber adónde.
Comenzó a comprobar que las cosas eran muy distintas a como él las había imaginado, y se sintió feliz.
El soñador
Había pájaros que con sólo mover las alas un par de veces, se perdían de la vista, árboles muy grandes, y personas de piel oscura que se confundían con los troncos de los arbustos. Todo un paraíso que descubrir.
Pero una sed apremiante se apoderaba de su garganta conforme iba avanzando; y necesitaba imperiosamente encontrar a alguien para no sentirse tan indefenso y resolver las dudas que se les presentaban.
Entonces se sentó en un sendero donde apenas había un hilillo de sombra. Preguntó a un ser extraño que pasó por el camino dónde podía encontrar un lugar para refrescarse. Y con una expresión parecida al desprecio, mirándola con el único ojo que tenía, esa criatura le señaló un camino hacia el sur. Anduvo y anduvo sin encontrar la más mínima gota de agua antes de caer en el suelo exhausto.
Encerrado en su habitación había imaginado grandes peligros, pero no se le ocurrió que algo tan cotidiano como el agua pudiera resultarle tan preocupante. En esos momentos, “su reino por un grifo” 😉
Pasó por allí un ser pequeñito muy deforme, y al oír la pregunta del hombreniño, comenzó a reír y a reír sin causa lógica; se alejó de él sin responderle emitiendo sorprendentes carcajadas.

El hombreniño lloraba de sed, de cansancio y de soledad. Todo le parecía demasiado grande y él se sentía demasiado pequeño.
Cuando más desesperado estaba, pasó por allí un pájaro de grandes alas que entre sus garras cogió la bici y al joven. Sobrevoló el paisaje, los colocó al borde de un pequeño arroyo de agua cristalina, y sin mediar palabra se marchó.
Pasó un buen rato hasta que nuestro protagonista pudo reaccionar. No sabía dónde estaba ni a dónde dirigirse. Lo que sí sabía, era que había perdido el camino de regreso. Montó de nuevo en su bicicleta y pedaleó hacia lo que él imaginó su camino.
Pero sus ojos, empapados de agua salada, su corazón inquieto y su alma alerta le impedían ver las estrellas. Andaba por inercia y desencantado. Y sin darse cuenta, cayó en un agujero negro y profundo. Tan profundo, que estuvo un tiempo volando en el aire hasta que se dio de bruces contra el suelo.
El soñador
Sintió un gran dolor. Le dolió el cuerpo, le dolió el alma. Y comenzó a gritar pidiendo ayuda. Pero nadie acudía. Intentaba trepar las paredes del agujero, pero eran lisas y resbaladizas, y caía una y otra vez. Su cuerpo magullado le dolía insoportablemente. Y decidió abandonar; se rendía.
Así comenzó una oscura etapa en el agujero; hasta que sintió una sombra sobre su cabeza, y vio a un ser mitad hombre, mitad mujer que lo observaba. Le dijo que el secreto para salir del agujero estaba dentro. Allí debería permanecer hasta que fuera capaz de encontrarlo. Después se marchó.
El hombreniño no entendió nada y sin esperanza se durmió. Soñó que formaba parte de la tierra y que volvía a ser feliz.
Ha llovido muchas veces y la persona mitad hombre mitad mujer, pasa todos los días cerca del agujero. Hay una vieja bici oxidada y a su lado crece un árbol con las flores más hermosas que nadie haya visto jamás.
Sólo las personas sensibles cuando pasan cerca, sienten un pellizco en el corazón.
Deja tu comentario! 😉

«El soñador», relato basado en «El joven soñador» de mi libro «Ahora que vamos deprisa», publicado en el 2004 😉
Me he sentido identificada. Que triste pero hermoso a la vez. Gracias hermosa.
Gracias a tí, qué alegría leerte! Espero que te vayan bien las cosas, beso grande 🙂