Marta caminaba hacia la habitación de su abuela con desazón en el estómago. Entre la resaca y la angustia que había sentido con el viejo de la silla de ruedas, el agua que acababa de beber le bailaba en el estómago. Por fin llegó al cuarto que olía a jabón antiguo, como su abuela. - Hola abuela ¡qué guapa estás!, -y se acercó a darle un beso. Rafaela le dio no uno, sino un montón en … [Leer más...] acerca de Capítulo 26, Si las paredes hablaran